La Princesa Espera
Una noche fría resguardada con el cielo
triste, ansiosa se encontraba la Princesa por ir al bosque de la melancolía, sin importar lo débil y agotada que se sentía, ya llevaba muchas horas sin dormir -no
recordaba ni cuántas- Tenía un interés muy particular… Había quedado inconclusa
la conversación con Elfo y no acordaron un encuentro, pero ella tenía la esperanza
de verlo nuevamente. Era trascendental
dilucidar: Cuál era ese único camino que la llevaría nuevamente al corazón del Caballero?!…
Mientras tanto, decidió reposar entre la yerba húmeda, su mirada fija hacia
el cielo y su mente divagaba en la soledad… pensando en el Caballero.
El recuerdo la inspira y la domina una
enredadera regresiva del tiempo… Se consuela sintiendo la inmensidad de la noche que la envuelve. La Princesa a través del pensamiento le recordó al Caballero que no fue él quien
la conoció primero. A pesar de que él
conocía la naturaleza humana, y siempre estaba dispuesto a escuchar a quien se
le acercara pidiendo su consejo, ninguno de sus más íntimos allegados que
vivían en la aldea, pudieron percibir la
desolación que le abrumaba.
Ella como Ángel, aún en la distancia
sintió el desconsuelo en el alma del Caballero, por eso sin conocerlo, -una
osadía de su parte-, decidió acercarse y preguntarle qué le pasaba?
Un poco
asombrado el Caballero, pero con delicadeza y respeto, -presumo que la princesa
le inspiró confianza-, le comentó con mesura los motivos de su tristeza. Pues
ciertamente, aunque siempre estuvo rodeado de princesas y una de ellas lo tenía
prendado, él no les prestaba mayor atención. Primero las evitaba por ser banales, frívolas, vanidosas, veleidosas y segundo porque en ese tiempo el caballero por
las muchas funciones que le imponía su investidura, andaba de batalla en
batalla en todas direcciones al rescate de damiselas y a la caza de dragones,
lo que le impedía estar en su morada, eso marcó un lugar en su corazón donde no
tenía defensa.
La Princesa Ángel en ese momento descubre su
lado más espiritual, intuyó que debía darle con sabiduría y conocimiento
algunas sugerencias que había aprendido
en el trayecto de su vida y tal vez ella, ya había pasado por una situación muy
similar. La conversación se tornó fluida, tácitamente era como compartir el
momento. El Caballero cual observador silencioso reflexionaba de lo que por
conocimiento sabía que podía pasar, al terminar la conversación, la Princesa desapareció
de la vida del Caballero.
El corcel avanzaba a tientas,
mientras el Caballero oteaba el horizonte, implorando casi, por un rayo que iluminara su camino. Ni rastros había de la Princesa Ángel.
Aguardó unos instantes, con la secreta esperanza de verla otra vez.
¿La había
visto o escuchado realmente?
Nadie de la aldea admitía haberla
visto, ni conocían su castillo el cual estaba al otro lado del bosque encantado. Sumido
en la desazón, comprendió que si el Ángel había realmente estado allí, ya
habría buscado refugio en otro lugar. Con resignación, guio las riendas hacia
su palacete. Cada día que pasaba y todas las noches la buscaba, no perdía las
esperanzas de volver a ver a aquel Ángel.
Visitas inesperadas… Ella aparecía y
volvía a desaparecer en forma absolutamente misteriosa, si bien quería estar
fuera de la vida del Caballero,
éste le preocupaba, por lo que en cada
encuentro ella se encargaba de elevarlo en sus alas de seda, con ráfagas de
sentimientos plenos, la muda confidencia
se escuchaba en la conciencia de los dos y a veces... Secretamente el deseo de unir sus almas los invadía.
Gruesas gotas comenzaron a caer en
forma aislada y luego con mayor intensidad, lo que hace que se esfume de la
mente de la Princesa el recuerdo de ese primer encuentro. Más ella permanece en
la yerba, le encanta la lluvia, -esta
vez no salió corriendo a buscar un refugio-.
Era una Princesa muy romántica pero a
pesar de ello, siempre intercedía la
razón sobre sus sentimientos… Tratando de buscar los motivos que la hicieron
buscar al Caballero pensaba en voz alta: En ocasiones sin
poder evitarlo, se muestran emociones de manera inusual en conversaciones que
van más allá de una amistad, sin darse cuenta uno al otro se hacen falta.
Sienten que el mundo deja de girar, compartiendo los sueños más preciados, como
el Príncipe/Caballero y Princesa/Ángel/Dama… Se crea la intimidad física,
emocional y espiritual, el vínculo más
fuerte que puede existir entre dos seres humanos…
Razonamiento que la llevó a
concluir que el Caballero hizo caso omiso a las sugerencias que ella le había
dado el día que lo conoció; pues él, si sabía que debía dejar que su corazón
hablara, darle rienda suelta a sus sentimientos y ella entendió que su
irrefrenable sentir se convertía en el amor más sincero, único, excelso… Y que cualquier amor, puede nacer del cuento de
los sueños!
Pasaban las horas, el frio de la
noche comenzaba cubrirla, Elfo de la Luz
no aparecía y la Princesa comenzaba a desesperarse, por lo que decidió regresar
al castillo. Se puso de pie y lentamente fue caminando por la senda preferida
del bosque de la melancolía… Instante en que se vislumbra una luz, sabía
que era Elfo.
El se acercó y sólo dijo unas palabras:
“Princesa como mortal que eres, te falta por aprender algo que es esencial en la vida. Dado el amor que
dices sentir, la tristeza en que estás inmersa y la condena que tú misma te impusiste, te conferiré
un Don Especial, pero tú misma tendrás que
descubrirlo”… Ese será
el único camino que te haga regresar al corazón del Caballero.
La Princesa un poco desconfiada preguntó:
Y como lo sabré?
El respondió, busca lo esencial: “Si
puedes cerrar tus ojos, ver tus ilusiones dibujadas en tu pensamiento, no hay
duda….”
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